Estimados socios y colegas, les dejamos la columna escrita por la presidenta de la SCPC, Dra. Ps Ana María Zlachevsky, a raíz del Día de la Madre.

 

Día de la Madre: anverso y reverso

Por Dra. Ana María Zlachevsky
Presidenta
Sociedad Chilena de Psicología Clínica

En muchos países en mayo se celebra el Día de la Madre. La celebración parece ser conveniente y necesaria, especialmente, en nuestra apresurada vida cotidiana donde no siempre hay tiempo para mostrar cariño. Este rito especial, en el que los hijos puedan mostrar su amor o agradecimiento a quien les dio la vida, no puede ser sino bienvenido. Si bien la propaganda comercial ejerce una gigantesca presión, existen personas que se las ingenian para hacer regalos creativos sin grandes costos económicos.

Pero, hay también situaciones particulares que nos hacen mirar con alguna desconfianza estos días en los que debemos festejar y estar felices. Se trata de ciertas personas a las que, por diversas razones, el día de la madre les produce dolor, dado que se les hace presente la ausencia materna. Esa ausencia puede deberse a que sus madres o hijos fueron víctimas de  los muchos detenidos –desaparecidos o que simplemente ya murieron, o porque  nunca las conocieron o, sencillamente, porque recién vivieron con ellas una pelea que los distancia y les parece definitiva. Recuerdo un paciente que me relataba que cada año en mayo revivía con dolor el suicido de su madre ocurrido cuando él recién había cumplido trece años. También me viene a la memoria una mujer cuarentona que decía tener el karma de no haber podido ser madre y en mayo se le hacía presente lo que ella llamaba su fracaso.

“El ambiente festivo —sea real o ficticio—, de este tiempo sólo les recuerda su carencia. ¿Qué pasa con esas personas que ese día lo experimentan desde la privación? ¿Se podría hacer algo que mitigue su malestar? Parece que desde la definición tradicional que hacemos de lo que significa ser madre ello no es posible”

Pero, si lográramos definir la maternidad como una íntima relación de amor y cuidado, ¿podríamos entonces pensar y celebrar a aquellas personas que hemos sentido que nos han dado cobijo? ¿O que nosotros hayamos cuidado? Es cierto que es fácil decirlo y muy difícil lograrlo. No obstante, los psicólogos, los profesores o los profesionales de la salud mental deberíamos tratar de intentarlo. Estoy segura de que si buscamos en el libro de la memoria de nuestra vida a la persona que ha establecido una íntima relación de cuidado con nosotros o nosotros con ella, todos podríamos tener con quien celebrar, o al menos, todos tendríamos alguien a quien agradecer. Si nuestra madre biológica no está, o nuestro hijo nunca llegó, podemos pensar en alguien con quién quisiéramos compartir esa celebración.

La invitación que hacemos como Sociedad Chilena de Psicología Clínica es poder poner el acento en lo que sí tenemos, en lugar de acentuar lo que nos falta. Así, aquellos quienes no tienen su madre, o un hijo biológico, tendrán que evocar a aquella persona con quien vivieron una íntima relación de cuidado, amor y aceptación, celebrar y agradecer por ello.

 

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